En aquellos tiempos, seguía vigente la sentencia bíblica: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente". Los labradores, hombres o mujeres, trabajaban de sol a sol sin escatimar esfuerzos para criar a sus hijos, con la esperanza de poder ofrecerles un porvenir mejor. En contrapartida, los niños disponían de un inmenso patio de juegos: el pueblo entero Estos hechos ocurrían tan solo algunas décadas atrás, entre 1945 y 1954, en plena dictadura franquista, la de las cartillas de racionamiento y las penurias de todo tipo. Hoces y trillos, sin pretenderlo expresamente, suena a canto en honor a nuestros mayores: ellos fueron capaces de levantar a pulso un país devastado por la Guerra Civil. Se merecen que la memoria histórica no les deje de lado. Aunque este relato pone su foco en la vida rural, podría aplicarse también a otras actividades de la época, la del pluriempleo, del esfuerzo incansable para lograr pequeñas mejoras: un aparato de radio, una plancha eléctrica o lo que hiciera falta para ir mejorando su calidad de vida. Había tanto por conquistar...