Para enriquecer la discusión Beatriz Sarlo interviene en el debate sobre la historia reciente y señala las simplificaciones y los lugares comunes que la “industria cultural de la memoria” provoca al exaltar lo testimonial. Convencida de que es más importante entender que recordar -aunque para entender sea preciso, también, recordar- la autora reivindica, en cambio, el valor de la reflexión teórica y la discusión de ideas. En América Latina, el terrorismo de Estado hizo estragos: secuestro y desaparición de personas, exilios forzados, tortura y persecución política. Si aceptamos que la integridad de un individuo y de una nación depende de la memoria, es imposible frenar la acción persistente del pasado en el presente. ¿Cómo forjar entonces la memoria colectiva sin acelerar los duelos y sin autoengaños groseros? Durante la reconstrucción democrática las víctimas tuvieron la palabra para dar testimonio del sufrimiento infligido por el Estado terrorista, y sus relatos, configurados como terribles autobiografías, funcionaron como prueba. Sarlo explora los límites de este relato subjetivo y ofrece, en cambio, una propuesta superadora.