Como lo fueron todas las experiencias anteriores con la luz y las sombras–antorchas, espejos, cámaras oscuras, cámaras fotográficas o cinematográficas–, también la televisión, la más sorprendente invención tecnológica de todos los siglos, es una fuente espontánea de determinaciones originales de las Ideas de Apariencia y Verdad. Esta obra es un primer ensayo de análisis general de las Ideas de Apariencia y Verdad tal como ellas se «abren camino» en la pantalla de televisión. Todo aquel que tiene un trato «no infantil» con la televisión, ya sea como espectador, actor, productor o programador político, y cree poder distinguir críticamente apariencias y verdades en la pantalla, tendrá también su «filosofía de la televisión», implicada e inmersa en su propia experiencia, aunque a menudo poco organizada y mal representada. Gustavo Bueno toma muy en serio esta experiencia de la filosofía mundana, ya que las ideas filosóficas siempre proceden de las experiencias prácticas, políticas o técnicas. Esto no excluye observaciones irónicas en relación con la presencia de ciertos políticos en la televisión, que creen saber (actuando en consecuencia) que su existencia como tales depende de su presencia en la telepantalla, actitud que se puede relacionar con la doctrina de Berkeley del esse est percipi (ser es ser percibido)