La expulsión de los jesuitas de España en 1767 y la posterior extinción de la Compañía de Jesús en 1773, tuvieron enorme repercusión en el Setecientos europeo. Partidarios y detractores de la orden ignaciana se enzarzaron entonces en virulentos debates e imaginaron teorías conspirativas: dirigidas contra el poder de los reyes u orientadas a acabar con la religión y el Papado. Uno de los textos de denuncia de la «conspiración demoniaca» contra la Iglesia fue obra del jesuita Francisco Javier Miranda, de la Provincia de Paraguay. Miranda, cuyo manuscrito ha permanecido inédito hasta hoy, pretendía demostrar que el fiscal del Consejo de Castilla, Pedro Rodríguez Campomanes, se hallaba al frente de una «cábala infernal» compuesta por jansenistas, francmasones y filósofos libertinos, cuyo secreto objetivo era el exterminio de los jesuitas y el triunfo de una «República de Demonios».