Durante la primavera de 1813, las tropas napoleónicas se ven acorraladas contra los Pirineos, sus días en la Península parecen estar contados, pero el servicio secreto francés se encargará de poner en jaque de nuevo a los británicos mediante una ingeniosa estratagema. Sin embargo, Wellington no recurrió a sutilezas: envió a sus hombres al ataque, con Richard Sharpe a la cabeza, y gracias a su ímpetu fue ascendido a mariscal de campo en junio de ese mismo año.