JAVIER SALVAGO (Paradas, Sevilla, 1950) Quiso ser poeta desde su más dura adolescencia. Pero no cualquier tipo de poeta, sino poeta maldito. En ello se afanó obstinadamente y a punto estuvo de destrozarse el hígado y la vida en el empeño. Su poesía es una crónica, entre sentimental e irónica "siempre desengañada y realista", de esta pequeña odisea para llegar a su Ítaca, a su isla, a su centro; que, en su caso, no era otra cosa que el silencio, como máxima expresión y meta de la poesía. Porque Salvago entiende que la poesía es, sobre todo, un remedio para curarse de la poesía. O, lo que es lo mismo, para depurarse de todas esas impurezas que nos llevan a escribir: vanidades, petulancias, miedos, falacias, soledades, angustias, engaños, desengaños, ambiciones, sueños? Como dijo Juan Ramón Jiménez, «escribir no es sino una preparación para no escribir». O, como dice el propio Salvago: «Escribo para llegar / serenamente al silencio, / que es el morir. / Para aprender a callar, / en paz conmigo, sin miedo. / Libre, al fin». Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950), guionista de radio y televisión, columnista, escritor y, sobre todo, poeta. Ha publicado ocho libros de poemas que han merecido premios como el Luis Cernuda, el Rey Juan Carlos I y el Premio Nacional de la Crítica. Su poesía casi completa fue recogida en Variaciones y reincidencias (Renacimiento, 1997) y existen también varias antologías de su obra, entre las que podemos destacar La vida nos conoce (Renacimiento, 2011), seleccionada y prologada por Juan Bonilla. El coloquialismo, la ironía, el tono menor y la aparente sencillez, la máxima intensidad poética con una gran economía de recursos -poesía -austera, directa, libre de babosa emoción-, como quería Ezra Pound-, el dominio técnico, la musicalidad, una cierta desolación y un pesimismo realista que no le impide saborear lo bueno de la vida, aunque consciente de que nada importa nada y nada dura, son algunos de los rasgos que se han destacado en una poesía que busca, a la manera de Juan Ramón, -la depuración constante de lo mismo-. Como memorialista, se estrenó con Memorias de un antihéroe (Renacimiento, 2007), libro al que ha seguido, El purgatorio (Renacimiento, 2014). Antología poética, que contiene el libro inédito Nada importa nada.