Miles de jóvenes europeos volaron en 2011 a Malta con alguna compañía low cost. Alberto Arce fue uno de ellos, pero en vez de disfrutar de las playas de la isla mediterránea o intimar con las vecinas suecas del hostal, prefirió subirse a un barco pesquero rumbo a Misrata y contar, en primera persona y sin apoyo de ningún medio de comunicación, la resistencia heroica de una ciudad asediada por las tropas de élite de Gadafi.