El tafallés David Jaime (1887-1949) es uno de los personajes más interesantes del republicanismo vasconavarro, que se comprometió con pasión, hasta su muerte en el exilio, con una Navarra laica, republicana, de izquierdas, euskaldun y unida, sin perder su autonomía, al resto de Euskal Herria. A través de su vida y la de sus camaradas, comprobamos que el tema de la autonomía y de la unidad vasca no fue en absoluto monopolio del nacionalismo vasco, sino que hubo muchos que, desde la izquierda, tenían asumido que la causa social y la nacional iban por la misma senda. Y pagaron alto precio por ello. El testimonio de esta generación ha sido ocultado por todos. Para los fascistas fueron los genuinos rojo-separatistas. Para el PNV no encajaban en su ideario. Para el PSOE y la izquierda españolista, son voces históricas incómodas, porque evidencian el sartal de mentiras con el que, durante la Transición, separaron a Navarra de sus hermanas. "Nuestro pueblo despertará", anunció David en su última carta. Y tenía cobrada fama de adivino.