En la escuela, Ana dibuja un cerdo violeta. La maestra le muestra su desagrado porque, según ella, los cerdos no son violetas. ¿Puede alguien decirnos de qué color tenemos que ver mundo que nos rodea? Ana se angustia tanto que se le hace un nudo en la garganta y deja de comer. Después de muchas idas y vueltas, Ana se encontrará con alguien que le demostrará que cada uno puede ver el mundo con los colores que quiera.