Esta obra colectiva se pregunta por la relación entre Metafísica y Ética. Lo hace, ciertamente, desde un supuesto: la reflexión sobre lo fáctico no puede escamotear la falta de lo bueno, la privación de lo justo, la insatisfacción ante la precariedad y caducidad de las cosas. Quizás ello ocurra porque ese ser racional mortal que es el hombre se resiste a considerar completa y suficiente una teoría sobre el ser de la que haya desaparecido la vara de medir que es la libertad. La libertad no se conforma con que las cosas encajen entre sí, quiere que encajen con lo que deben ser. Siempre disconforme con respecto al orden que parecen seguir por sí mismos los hechos en su decurso histórico y siempre displicente frente a las más provechosas componendas fácticas, persiste en ajustar lo real a patrones cuyo ser se expresa precisamente en su carácter ideal y en la radicalidad de sus exigencias. Unas exigencias que son por cierto, ellas también, muy reales exigencias categóricas de ser: como la exigencia de que sea en este mundo, por el concurso de acciones de los hombres capaces de fundar algo firme y bueno a secas, un poco de justicia, y una distribución de la felicidad que no ofenda a la justicia. Este libro pretende someter este fenómeno del ser de la libertad, que recuerda deudas de ser en el ser, a la mirada de la teoría, probablemente rondando lo intempestivo, pero también prestando oídos a lo que estimamos más necesario para esta época que es la nuestra.