Primera contribución extensa a una historia " filosófica " de la filosofía, divisora de aguas epocales (entre Ilustración e Idealismo) y biográficas (entre la crítica y el —nunca logrado sistema—), est aobra póstuma de Kant, aparecida al poco de su muerte, es clásica por su contenido y romántica por su forma y destino. Dedicada a la superaición de Leibniz y Wolff, encaminada a la justificación histórica del reinado perenne del criticismo y de la etapa a la que él apunta —la doctrina de la sabiduría—, Los progresos de la Metafísica quedó en estado fragmentario, dispersa en manuscritos de improbable reordenación; respuesta inacabada al Tema del Concurso de la Academia de Ciencias de Berlín para 1791, cuyo premio otros se llevaron, este " torso " es a la vez desesperado intento de escépticos y amigos hipercríticos. Todos ello tuvieron entonces su porción de triunfo, ante el silencio obstinado de Kant. Pero mientras las obras de aquéllos se han sumergido en el olvido, del que sólo salen fugazmente como " sombras " del kantismo, los fragmentos aquí presentados siguen fulgurando con extraño vigor; esos fragmentos resultan memorables porque son brasas custodias del " lógos " , de ese fuego que una vez —y para siempre— alentó Haráclito a venerar.