[…] Martí, para escribir La Edad de Oro, ha dejado de ser río y se ha hecho lago, terso, transparente, limpio. Lo diré en una frase: se ha hecho niño... un niño que sabe lo que saben los sabios, pero que habla como los niños. […] Y no parece que escribe para los muchachos, como si temiera que los muchachos no supiesen leer aún. Parece que se los sube a las rodillas y que allí les habla. Los instruye, los educa, y para que no se vayan, para que estén contentos les da los mil juguetes primorosos que él sabe hacer con su palabra. Se olvida de que ha vivido; deja que el arrapiezo se le monte en el cuello y retoza en la alfombra. Afuera será el luchador, el combatiente: aquí es el padre. Manuel Gutiérrez Nájera Su respeto por la infancia no le impidió a José Martí presentar temas sociales, desigualdades e injusticias, porque entendía que la literatura podía preparar al niño para su entrada a un mundo de los adultos, cuyos vicios no podrían desconocer los más pequeños y cuyas contradicciones presenciaban como testigos sin voz ni voto. Tomando partido, escribió La Edad de Oro, ya que para él solo la infancia era la edad áurea y con la voz de los niños también podía llevar a su presente y al futuro el ideario por el que consagró su vida: el deber de luchar por la justicia y la equidad entre los hombres. La selección de textos que ahora presentamos tiene como fuente principal la revista que Martí concibió para los niños, pero además se nutre de otros libros suyos de gran limpidez y contemporaneidad, como sus poemarios Ismaelillo y Versos Libres. “Ismaelillos” de hoy descubrirán en el tono cercano de los textos para niños de José Martí al amigo y no al profesor, al hermano y no al padre amonestador, al niño que les habla en su propio lenguaje, desde los relumbres de una fantasía que traza parábolas de tiempo y futuro. Luis Rafael