Desde la muerte del PDG, aquí todo el mundo se ha vuelto importante. Los guineanos que vuelven llegan haciendo el gesto de la victoria, pero si hemos de creer a los que hicieron su agosto con el antiguo régimen, vuestro tirano ha muerto gracias a ellos. Son todos unos ceros a la izquierda dándoselas de héroes. Pobres africanos. Sois todos unos céroes, un cruce de ceros y héroes. Vamos, hermano. El sucio blanco colonialista va a invitarte a una copa. Os creéis independientes, pero en mi hotel no aceptan vuestra moneda. Os creéis libres, pero vuestros verdugos se pasean por todas partes. Os creéis decentes y no os atrevéis a juzgar a los ladrones. Vuestros dirigentes no saben más que hablar. De pronto me harté y volví a buscar a mi querido primo. Pensé en el «gran avión» con regalos que había prometido a sus hijos, en mi país que esperaba otros grandes aviones y en el gran michel, que sabía que la mejor forma de vivir es volver a empezar de cero. Williams Sassine, fallecido el 9 de febrero de 1997 en Conakry a la edad de 53 años, era hijo de padre libanés cristiano maronita y madre guineana y musulmana, educado en la madrasa coránica y en la escuela colonial, profesor de matemáticas, exiliado en 1961 con ocasión de la gran huelga estudiantil contra el régimen represivo de Seku Ture, expulsado de Mauritania en 1989, y pésimamente recibido por sus compatriotas que le colgaron la etiqueta de «exiliado interior». Mestizo y extranjero en todas partes, en suma. Autor de cuatro novelas, Saint Monsieur Baly (1973), Wirriyama (1976), Le jeune homme de sable (1979) y Le Zéhéros n'est pas n'importe qui (1985), de una pieza teatral, Légende d'une vérité, y de un libro de poesía, Tu Laura, es una de las voces más originales de la literatura africana contemporánea.