¿Qué ocurre con las diferentes culturas del trabajo cuando se globaliza la industria? ¿Se integran las distintas tradiciones laborales o persisten la heterogeneidad y las tensiones a lo largo de cadenas industriales que se extienden por todo el mundo? La obra aborda estos interrogantes al analizar la dimensión cultural de experiencias transnacionales de industrialización en América Latina. Las prendas de vestir, los televisores, los automóviles y otros artículos que se ensamblan en las nuevas empresas de la región son productos globales: sus insumos provienen de diversos países, el proceso de trabajo se despliega por todo el orbe y se venden en los cinco continentes. Pero la fábrica global no produce automáticamente una cultura laboral global. Una computadora puede funcionar perfectamente pese a que sus componentes sean fabricados en lugares tan remotos como Taiwan, Singapur, Brasil, Inglaterra, Japón, Estados Unidos, Guatemala y México. Su ensamblado puede ser coherente y exacto, y los resultados, previsibles. Pero cuando se trata de ensamblar culturas, el panorama cambia de manera radical: los componentes no son objetos inanimados, sino trabajadores dotados de voluntad, raciocinio, sentimientos, costumbres y sueños. No se produce una mezcla homogénea, sino que persisten las singularidades, surgen malentendidos, se generan discrepancias y, a veces, se construyen consensos. Luis Reygadas analiza estos procesos a partir del estudio de empresas maquiladoras en México y Guatemala. Al hacerlo, muestra que la formación de redes globales de manufactura plantea nuevos problemas y desafíos en lo que se refiere a los mecanismos de diálogo intercultural entre los actores que participan en estas redes.