En El juego cósmico, Stanislav Grof desarrolla sus más amplias concepciones filosóficas y espirituales, abordando aquellas cuestiones fundamentales de la existencia que desde tiempos inmemoriales se han planteado los seres humanos. En El juego cósmico se arranca de los estados no ordinarios de conciencia y se describe la realidad como un juego asombroso del principio cósmico creador que trasciende el tiempo, el espacio, la causalidad lineal y todo tipo de polaridades; un juego que sugiere que la psique individual, cuando alcanza su máximo potencial, posee la misma identidad que el principio creador universal y la totalidad de la existencia. Esta identidad transpersonal es el secreto y el núcleo de las grandes tradiciones espirituales.