SEGÚN Oscar Wilde, hay una sola cualidad literaria sin la cual de nada valen todas las demás: el encanto. Y este libro lo tiene de modo muy singular. De entre todas las autobiografías españolas de los siglos XVI al XVIII, las que más merecen leerse son quizás esta de Diego Galán y la Vida del capitán Alonso de Contreras, más conocida, pero no de mucho mayor mérito. Las memorias de Galán alcanzan sólo a la adolescencia y primera juventud, entre los 14 años, cuando es capturado por unos piratas argelinos y los 25 en que logra retornar a su Toledo natal, tras once años de peripecia, sufrimiento y maravilla. Memorias de cautiverio pues, pero también verídica novela de aventuras entre Argel y Constantinopla, con el continuo telón de fondo del mar Mediterráneo en sus más distintas orillas. El propio Galán nos da la clave del asombroso atractivo de sus memorias juveniles al confesarnos: «nací con inclinación de ver mundo y cosas nuevas cada día». Gracias a eso podemos asistir con cercanía, con inmediatez extraña a una vida de finales del siglo XVI que sabía mirar al mundo con curiosidad y asombro; un asombro que es ya también el nuestro. La edición ha corrido a cargo de Miguel Ángel de Bunes y M. Barchino, solventes especialistas en las relaciones hispano-musulmanas y el norte de África entre los siglos XV y XVIII, quienes rescatan un manuscrito distinto y más breve que el dado a conocer por Manuel Serrano y Sanz en 1913. Este manuscrito, anterior al de 1913, por su carácter más cercano a la oralidad original de la historia y por estar menos elaborado, menos «amplificado» es sin duda el más literario, por más natural? y el que más puede interesar a un lector de nuestros días. A. L.