La de Luis Molina-Pantin es una obra arqueológica, ubicada más allá de lo fotográfico. En ella acumula lugares colectivos aparentemente devaluados y los detiene, mirándolos intensamente hasta romperlos. Se fija en lo que nadie ve. Encuentra, excava, captura. Se hace con el reverso de las cosas, sin la más mínima intención de agregarle más de lo que tiene. A modo de inventario visual sobre el colapso de la economía y del sistema bancario de Venezuela (1994-2010), Luis Molina-Pantin compila fachadas ruinosas de sedes bancarias, huchas y logotipos de bancos quebrados, cubiertas de libros sobre crisis económica, billetes de diferentes denominaciones que circulaban antes y después del crack financiero, y fotogramas de anuncios publicitarios de las entidades en quiebra.