Distintos miembros del linaje Fonseca formaron parte, según la tradición historiográfica española, del selecto grupo de nobles y clérigos que impulsaron la introducción del Renacimiento en Castilla. Esta controvertida afirmación –discutible a la vista de las variadas inclinaciones estéticas de los diferentes protagonistas– lo es aún más en el caso de la rama familiar motivo de estudio. Los señores de Coca y Alaejos, objeto de este trabajo, se convirtieron a partir de la relevante figura del arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca el Viejo, en la estirpe principal del linaje. Estos vivieron permanentemente asediados por poderosos enemigos, a los que vencieron por mor de su cercanía a los reyes. El acoso al que se vieron sometidos les unió como grupo e impulsó a afirmarse ante los demás a través de patronatos y promociones artísticas, según una estrategia elaborada principalmente por Juan Rodríguez de Fonseca. El libro se divide en dos partes. En la primera se repasan las biografías de cada uno de los protagonistas: el arzobispo citado, su sobrino del mismo nombre, Antonio de Fonseca, Juan Rodríguez de Fonseca y Mayor de Fonseca, en la creencia de que el estudio prosopográfico ayudará a comprender el papel jugado por cada uno en el afianzamiento del grupo. La segunda analiza la actividad de patronato desplegada, el universo de objetos de que se rodearon, así como los encargos regios que les encomendaron. Se descubre así un amplio entramado de variadas inclinaciones estéticas (“modernas”, moriscas, flamencas o “a la antigua”), que llevaron a la práctica algunos de los principales artistas del entorno: Gómez Díaz de Burgos, Maestre Farax, Alí Caro, los Hontañón, Juan de Ruesga, Diego Rodríguez, fray Martín de Santiago, Maestre Martín, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloe y Andrés de Vandelvira.