La contaminación del aire consigue envenenar lo que más y mejor nos alimenta. Algo que invariablemente comienza en la ignorancia y acaba en nuestros pulmones. Se trata tan solo de una etapa porque el oxígeno viaja hasta la intimidad más íntima. Todavía más grave es que nuestra prisa y nuestra comodidad estén provocando el calentamiento de la atmósfera y, claro, del mundo entero. La fiebre de los aires trastoca la totalidad de las reglas del funcionamiento de la Biosfera con notables consecuencias, demasiadas de ellas catastróficas. Este libro de poemas, haikus y naturismos, es decir aforismos centrados en lo natural, pretende que sintamos cuáles son nuestras relaciones con el aire; que le demos la importancia, la mayor, que tiene. No menos que sentimentalicemos nuestros criterios. Que respiremos con agradecimiento. En suma, que entendamos, como hizo Jorge Guillén, que nada hay en el aire que no seamos nosotros mismos.