Novena para celebrar la Jornada por la Vida unida a la solemnidad de la Anunciación del Señor. La defensa de la sacralidad de la vida humana no es, en primer lugar, un empeño ético, sino una consecuencia de adorar a Dios en espíritu y en verdad (Cf. Juan 4,23-24), de adorar a Aquel que envió al mundo a su Palabra para hacerse carne y acampar entre nosotros a fin de que pudiésemos contemplar su gloria (Cf. Juan 1,14).