Obrero del espíritu, infatigable; fiel, hasta romperse, a las ideas que le habían enseñado, algunas de ellas deshojadas cuando hubo de hacerlas pautas de su pastoral; incapaz de engañarse y de engañar; pero siempre pasando fronteras espinosas con el viento del tiempo en contra. El cardenal Pedro Segura y Sáenz ejerció como obispo en Valladolid, Coria, Burgos, Toledo y Sevilla. Rumió siete años de exilio en Ro-ma. Su singular figura fue mecida entre aplausos y contradicciones por do quiera estuvo. Se le colgaron sambenitos, leyendas, tópicos. Murió como mueren los grandes obreros del espíritu. Ya era hora, cuarenta y cuatro años después de su muerte, de que se tejiera seriamente su biografía.