Francisco de Zurbarán tuvo un papel decisivo en la renovación del arte sevillano de la primera mitad del siglo XVII. Su interés por la expresión naturalista de las emociones humanas en la pintura religiosa constituye uno de los aspectos pioneros más interesantes de su arte. Pero curiosamente, en la iconografía de las santas y vírgenes, este pintor tan moderno mantuvo en la producción considerable de su obrador, modelos de santas convencionales caracterizados por un rostro inexpresivo y la descripción pormenorizada del ropaje de gran riqueza. De dicho obrador salieron varias series de santas que se han venido considerando como lo más grato de su producción. Estas figuras femeninas elegantísimas, con escasos atributos místicos, son un modelo de gracia auténticamente sevillana. Otras veces, en cambio, las santas aparecen con unos rasgos muy personales, lo que ha hecho suponer que se trataba de retratos a lo divino.