El inspector Aldo Monteiro tiene una debilidad: los santos. Cuando el teniente Julio Mataró, su enlace con la Guardia Civil, le revela el nombre del cadáver que están contemplando, experimenta cierta decepción: «Orion Dauber» no posee resonancias muy cristianas. ¿Quién es Orion Dauber? ¿Qué relación guarda con Daniel, un adolescente desaparecido años atrás? Silvia lleva una vida rutinaria gracias a la cual ha logrado su propósito: anestesiar los recuerdos. Tal vez por eso no es muy amiga de apegarse a los objetos. A excepción, quizás, de un viejo alfiler de sombrero que pronto adquirirá una función más temible. Algo que todavía desconoce
como tampoco sabe que, desde hace unos meses, alguien la sigue. El destino de los personajes les conducirá por caminos que ni ellos mismos imaginan.