Las cuestiones más acuciantes de la vida tienen su género propio de expresión en el ensayo filosófico. Y sin embargo, a pesar de buscar el rigor y la exactitud conceptuales, el ensayo nada tiene que ver con el método matemático. La reflexión sobre los temas esenciales ha de buscar, ante todo, la transparencia y el diálogo con los lectores. Así, el dolor, el mal, la verdad, el bien, las experiencias infantiles, las virtudes (la primera de todas, la fortaleza o valentía), la religión, la belleza y la desesperación se abordan en este libro con la inmediatez de las descripciones fenomenológicas, aunque persiguiendo su formulación metafísica, para convertirse de esta forma en un ensayo sobre la naturaleza absoluta de la esperanza. El autor admira a Miguel de Unamuno, a Edmund Husserl, a Emmanuel Levinas, a san Agustín, a Blaise Pascal, a Johann Gottlieb Fichte, a Michel Henry; pero por encima de todos ellos a Sören Kierkegaard, a Platón y a Sócrates, apartándose decididamente de Martin Heidegger