El diaconado, tras prestar importantes servicios a la vida de las comunidades cristianas en tiempos de la Iglesia antigua, cayó en declive durante la Edad Media llegando al punto de desaparecer como ministerio permanente y quedando solo como momento de transición hacia el presbiterado y el episcopado. Después de su restauración como ministerio efectivo, puesto a disposición de las Iglesias particulares por el Concilio Vaticano II, se ha asistido a un proceso diferenciado de recepción, en el que se han planteado diversas cuestiones. La Comisión Teológica Internacional las ha abordado con el fin de esclarecerlas merced a un conocimiento mejor de las fuentes históricas y teológicas, así como de la vida actual de la Iglesia.