El casual hallazgo entre escombros de un cuadrito singular y sin valor aparente es, en realidad, la punta del iceberg de una colección de valiosísimas, extravagantes e irreverentes obras de arte que, durante la Guerra de la Independencia, un grupo de iluminados escondió en algún rincón del inextricable laberinto de túneles que surcan el subsuelo de Valderrobres, un pueblo del Maestrazgo turolense. A la búsqueda del citado botín, varios personajes convergen y se enredan en una frenética trama de persecuciones y muerte. Un pintor que se hace llamar Merlot, una pareja de abogados poco convencional, un gestor cínico, una seductora viuda, un perro asesino, una puta desvalida, una banda de mafiosos y otros individuos peculiares, configuran una novela de acción y ritmo frenéticos, narrada con ironía y sentido del humor, que arrastra al lector desde la primera a la última línea del libro.