La revolución de la información y el auge de la sociedad informatizada están reconstruyendo actualmente las estructuras del poder a escala global. A veces, por ejemplo, el correo electrónico no es tan privado como parece. Los empresarios pueden controlar cada uno de los movimientos de sus trabajadores a lo largo de toda la jornada. Los ministerios de Hacienda conocen todos los detalles de la economía personal y profesional de los ciudadanos. Códigos de barras y tarjetas de crédito, domiciliaciones y otros datos bancarios, incluso «tarjetas inteligentes» que transmiten el historial médico y criminal y métodos de seguridad capaces de leer el ADN, son sólo una pequeña muestra de esa gran cantidad de información privada que ya se mueve en los ámbitos corporativos. Datos que, a su vez, pueden ser combinados y utilizados para confeccionar perfiles individuales o de grupo potencialmente mucho más detallados que los informes que pudieran elaborar en el pasado las policías estatales y las agencias de seguridad. Los penalistas del siglo XIX teorizaron una cárcel ideal denominada Panópticon, un sistema de vigilancia completo y total. Pues bien, el libro que el lector tiene entre las manos es el análisis más minucioso realizado hasta el momento sobre hasta qué punto vivimos cada vez más en un Panópticon virtual.