Desde el principio de su juventud hasta su martirio voluntario en Auschwitz para salvar a un padre de familia, la vida del P. Kolbe estuvo toda ella bajo el signo de la Inmaculada. Su caridad ejemplar, su pensamiento teológico de una osadía fecunda, su consagración sin límites a la Misión de la Inmaculada, infunde un nuevo aliento a la espiritualidad mariana de nuestro tiempo. Ganar par a la Inmaculada el mundo entero a fin de ofrecerlo a Cristo, tal fue l a consigna del P. Kolbe.