Martín el erizo descubre la música. Pero, por desgracia, su voz no le gusta a nadie. Ni siquiera sirven de nada las clases de canto que recibe del ruiseñor. Nadie quiere escuchar a Martín, y nadie quiere cantar con él en el coro. Solamente el lobo, el cuervo y el ciervo, que también cantan bastante mal, están dispuestos a cantar con Martín. Pero pronto descubrirán que no todo el mundo tiene los mismo gustos, y que también hay a quien le gusta su forma de cantar.