La humanidad industrializada está perdiendo la sensibilidad de la memoria a causa de su acumulación desmedida y de la orientación dominante de consignas tecnológicas y mercantiles. Sumarse a ellas supone la entrega absoluta de la voluntad y de la ética y, no hacerlo, implica la marginación respecto a los nuevos valores que prevalecen en un entorno simbólico cada vez más acelerado, simulado y precario. Fijaciones, se expresa tanto una práctica biocultural primaria del ser humano que no debe descuidarse como la obsesión compulsiva por la fijación digital sin mediar conciencia alguna.