Todo sistema educativo debe tener como principal objetivo conseguir el desarrollo integral de la persona, tanto en su dimensión intelectual, como en su dimensión socio-afectiva. La educación emocional comporta el aprendizaje y la práctica en el aula de habilidades cognitivas y competencias emocionales, que permitirán al alumnado no solo saber vivir satisfactoriamente consigo mismo y con los demás, sino también potenciar su formación académica. Inteligencia emocional y social en el aula es un programa eminentemente práctico que aspira a potenciar el desarrollo de la inteligencia emocional-social, implicada en la resolución positiva de situaciones complejas. Está estructurado en cuatro grandes bloques temáticos: Conciencia de uno mismo Conciencia social Autogestión Gestión de las relaciones Y responde a unos criterios de planificación a partir de objetivos educativos que comparten en su mayoría todos los docentes. Por eso, es una herramienta especialmente útil para una correcta programación en la tutoría.