—¡Buenos días, cuervo! —dijo la zorra muy sonriente—. ¿De dónde vienes tan temprano?El cuervo, que era educado y profesaba una buena estima a la zorra, abrió su enorme pico y respondió:—¡De Mallorca!Pero lo había abierto tanto por la alegría de hablar con su simpática amiga, que se le cayó el queso.