Luis García Montero ha reunido en La puerta de la calle una selección de columnas periodísticas y literarias publicadas durante 1995 y 1996 en la edición de El País Andalucía. Con este libro, el poeta trata de jugar con una mirada propia en campos de interés colectivo, sugerir como individuo algunas ideas de repercusión pública y penetrar con la distancia callejera de lo cotidiano en la subjetividad propia. La primera persona del columnista literario es un buen recurso. Frente a la homologación y al consenso del pensamiento único, el detalle de la mirada personal y la experiencia biográfica adquieren significación. La literatura aporta en los periódicos un saludable cambio de tercio, un aliento rojizo de vida en la piel neutra de las informaciones. Cuando los mensajes totalitarios de las grandes agencias han sustituido a las lecciones de San Isidoro o Santo Tomás, la melancolía y la perplejidad del columnista sirven para recordarnos que muchas verdades son simples opiniones, puntos de vista interesados. La literatura rompe el consenso, porque nos revela el derecho a la disidencia de los lectores, la posibilidad impertinente que tiene cualquiera de buscar sus huecos en el día, su opinión personal.