Obra anónima compuesta hacia 1204, el “cantar” o “poema” de LOS NIBELUNGOS participa del cantar épico y del fabuloso mundo poético de la poesía trovadoresca, pero también, e incluso con más fuerza, de las antiguas sagas germánicas y su concepción pagana del mundo. Imbuida de una sombría grandeza y del carácter ominoso y escatológico que impregna la «Edda menor» (AL 43) y su crepúsculo de los dioses, «Los Nibelungos» es un monumento indudable de la literatura universal que difícilmente deja indiferente al lector. La grandeza trágica de Sigfrido, de Crimilda, del “traidor” Hagen de Troneja, de la indómita Brunilda de Islandia, así como de una historia que desde su propio comienzo se precipita hacia la hecatombe final, han hecho de la obra estímulo e inspiración para numerosos artistas posteriores, como el compositor Richard Wagner e incluso, siquiera lejanamente, el escritor J. R. R. Tolkien y su «Señor de los Anillos».