En muchas comunidades cristianas, especialmente después del Vaticano II, se ha vivido un esfuerzo tanto de renovación litúrgica como catequética. Un problema, con todo, ha sido: ¿un y otro esfuerzo, ambas tareas, se han ayudado suficientemente? La liturgia es también catequesis, la catequesis incluye también celebración. ¿Como valorarlo y conseguirlo?