Las quince piezas que componen el poema logran una aleación perfecta de alta y baja cultura; hablan de arte en román paladino, y, con el mismo tono, de referencias clásicas («Níobe, Ifigenia») o de lo más vulgar («sales a la terraza para hablar por el móvil»); romance: revista del corazón, Hamlet y Ofelia, libro de caballerías, amoríos. En un poema cabe todo: la reflexión estética y la vida que se escurre. Todos los ecos. El arte y la literatura —en especial, del siglo XX; en especial, la poesía— constituyen habla y mirada del poema. Quien escribe Arte y romance está conformado por quien lee, por quien lo ha leído todo, más otra cosa: una raíz, un cuajo, una pesadumbre, lo que llamo desdicha. La pregunta por lo poético encierra la pregunta por la desdicha y la de cómo vivir; la pregunta por lo poético, cuando en verdad se plantea, es siempre pregunta por el sufrimiento y lo político. De la introducción de Olvido García Valdés