Desprendido de lo materia y gran amante de la vida. En la soledad de su trabajo nos enseña un camino hacia la luz, hacia un universo de horizontes infinitos, hacia el arcoíris brillante donde los colores reflejados crean un ambiente alegre y personal que te atrapa y de donde nunca querrías salir. Capta el alma del ser, la humanidad, el orgullo de aguador. Ese último aguador de Alcazarquevir, que sabiéndose especie a extinguir, en su serena indigencia comercia con el ente sutil que agota a gota alimenta la vida. Al igual que el viejo aguador, Rachid, con cada pincelada, estimula y alienta nuestros sentidos.