El hecho sorprende siempre: para narrar en verdad a Jesús "el Cristo", cada evangelio recurre al Antiguo Testamento. Un episodio ejemplar es la intervención en la sinagoga de Nazaret (Lc 4), en el que se muestra, mediante la tipología, que Jesús es el Mesías esperado. Pero ya desde las primeras páginas de su relato, Lucas retoma palabras, ideas y figuras antiguas. Desde el anuncio a Zacarías hasta el camino de los discípulos de Emaús, la realidad se impone: la misma palabra divina anuncia la "buena noticia" de la salvación, desde su promesa (en las Escrituras) hasta su realización (en Cristo).