Dicen que la historia nació en las riberas de los ríos. La historia que verdaderamente cuenta, la de los pueblos; no la de generales victoriosos y héroes de leyenda. En esa concepción de historia fluvial del mundo, el Níger discurre como rechazando el desierto que lo termina por caracterizar. Mientras las aguas del Nilo han buscado siempre el ombligo del mundo, la curva del Níger supone un afán de periferia. Todo ello forjó, a través de siglos de lejanía y ecos indefinidos, una palabra mágica: Tombuctú. En la actualidad la accesibilidad es completa. Ya hay un puente de hierro que cruza el Níger a la altura de Markalá. El autor, Antonio Llaguno, debió ser en otra vida historiador árabe, porque este libro se inscribe en el género de los llamados masalik wa-mamalik, los caminos y los reinos: una crónica repleta de anécdotas, curiosidades, y hasta plantas medicinales de asombrosas propiedades. Llaguno narra con amenidad y conocimiento procesos y hechos derivados del insólito asentamiento de unos habitantes hispanos post-andalusíes en la curva del Níger. El resultado es un texto imprescindible sobre una historia que está en camino, que afortunadamente no es, en gran medida gracias a libros como éste, una historia perdida.