Si una imagen de Alejandro Magno ha prevalecido en la historiografía, es la de un rey sumamente pío, respetuoso con las prácticas religiosas y tolerante con las creencias de sus nuevos súbditos. La vida y las conquistas del macedonio no pueden entenderse sin los dioses. Pero Alejandro, personaje poliédrico por antonomasia, supo moverse en los límites entre la piedad y la impiedad, entre la tradición y la transgresión, entre lo divino y lo humano. El monarca macedonio no admite definiciones categóricas y, por ello, en este libro encontramos una reevaluación y redefinición crítica del fenómeno religioso de Alejandro, a través del estudio de ciertos episodios a menudo soslayados por los investigadores o de nuevas perspectivas sobre otros capítulos destacados de su meteórica vida. Alejandro murió joven, pero su mito es eterno.