Lavandula nos pasea por una geografía que fue tan apreciada por los romanos como hoy por visitantes de todo el mundo interesados en el cultivo de una planta cuyo prestigio crece a la par que se afianza el genio de sus cultivadores. Pero la Provenza no es solo una tierra de perfumes y esencias, también fue gloria y calvario para los cátaros de Montségur, esos hombres buenos que la Iglesia persiguió y masacró en el siglo XIII. Un espacio de privilegio y luz para pintores como Van Gogh, Cézanne o Matisse, que expresaron sus relieves con inusitada fuerza y alegría. Admirada por sus virtudes terapéuticas y estéticas, la lavanda, cuya genealogía y destino el autor traza con mano maestra contándonos las historias de perseguidos y perseguidores, brujas y médicos, pintores y perfumistas que rozaron sus espigas, es la pantalla sobrela que se proyecta el devenir humano.