El actual es un momento convulso, de crisis económica y también de crisis ético-política, en el que se desconfía de la autenticidad de las democracias, de la honestidad de sus políticos, de su connivencia con la “dictadura de los mercados”, del sentido de la Unión Europea, de la intervención occidental en países de Oriente Medio y África… A ello se suman la extensión del terrorismo musulmán yihadista, el auge de la extrema derecha, la tensión entre judíos y palestinos e iraníes, la pervivencia del antisemitismo, la islamofobia o el devenir de la Primavera Árabe. La desconfianza crece y, a su amparo, una parte de la ciudadanía pide protagonismo y reclama una auténtica democracia, mientras otros se dejan “mecer” por discursos que una vez más configuran ideologías que se reafirman en identidades excluyentes que alientan el rechazo a los otros. Este es un ensayo contra la intolerancia al otro y el populismo, donde se reflexiona sobre la forma en que el hombre piensa su relación con los otros y se diseccionan las pasiones y razones que se esconden en el surgimiento y expansión de las ideologías excluyentes que han justificado actuaciones machistas, xenófobas y racistas en la historia de Occidente. Para la autora, contra ello, como factor imprescindible de resiliencia, no hay otra opción que una educación dimensionada en su vertiente afectiva y ética.