¿Cómo funciona la comunicación política en nuestras democracias contemporáneas? ¿De qué medios conceptuales disponemos para captar y analizar los funcionamientos (y disfuncionamientos) de semejante comunicación? ¿Hasta qué punto nuestros conceptos de «juegos de lenguaje», de «actos de habla», de «racionali dad comunicacional» de «ética del discurso», elaborados por la pragmática de las conversaciones corrientes, pueden dar cuenta no sólo de fenómenos políticos, sino también de la propia constitución de lo político? A diferencia de la ética formal, la ética comunicacional no se basa en las máximas de una voluntad solitaria, sino en un «a priori de la comunidad de la comunicación», capaz de universalizar los principios morales y de configurar una verdadera «ética de la responsabilidad» a la altura de los desafios planetarios de la «edad de la ciencia». La intencionalidad comunicacional está incorporada en la dimensión pragmática del lenguaje. La razón es una realidad inmediatamente política puesto que no habria forma de tener razón sin una existencia comunitaria. El contexto filosófico se articula en una situación espiritual. La «parado ja» de la situación se expone a sí misma en la estructura ilusoria de la conciencia del mundo contemporáneo. El modelo de la comunicación ¿tiene una vocación interdisciplinaria? Las ciencias cognitivas ya necesitan de él y proponen modelos de interpretación para los procesos de percepción, de memorización y de tratamiento de la información en general. Del mismo modo, apelan a él las ciencias sociales e intentan evaluar de qué manera la mutación de las técnicas de comunicación afecta las relaciones sociales y la naturaleza del espacio político. Por último, las disciplinas filosóficas lo tienen en cuenta con las teorías de la acción y del lenguaje, de los discursos y de la argumentación.