En la primera parte del libro el lector hallará un análisis del significado de la actividad simbólica. Ya que este campo es completamente nuevo para muchos, su comprensión requiere un esfuerzo, pues se trata de entrar en nuevas categorías especulativas. A esta primera parte más teórica le sigue una larga descripción también sim-bólica de la búsqueda de Dios. Esta segunda parte justifica plenamente el título del libro: Teología simbólica. Su lectura atenta permitirá comprender que, junto al lenguaje abstracto y conceptual que intenta expresar la rea-lidad divina, existe otro que, no menos que este, permite elaborar un discurso válido acerca de Dios, tal como lo revela la Biblia y es experimentado en la vida espiritual.