Tras una introducción histórico-médica a la enfermedad anoréxica y una revisión conceptual de la perspectiva psicosomática en medicina, el autor, una vez desmenuzados y analizados los 48 casos que encuentra en su área sanitaria (Jarrio, Asturias, 1990-2004), se adentra, con la antorcha de la logoterapia (Viktor E. Frankl), en cada uno de ellos, en el intento de dar razón vital y camino de salida al peculiar modo de enfermar que es la anorexia nerviosa, rostro sin sonrisa, considerada aquí una enfermedad psicosomática. En palabras de J. L. González de Rivera: "Someter el apetito biológico a las aspiraciones psicosociales no sólo produce conflictos psicológicos y familiares, sino también neurofuncionales... A partir de cierto punto, la oposición neurofuncional acaba creando lesiones estructurales... Algunas anoréxicas son capaces de jugarse la vida con este esfuerzo. Terapeutas como Ángel Álvarez tienen que enseñarles otro camino, no en su contra, sino a su favor. No es en el desprecio a su error estratégico donde está la curación, sino en la admiración a su valor y en el respeto a su ansia de sentido".