Un episodio internacional /1887/, deliciosa novela corta de Henry James, traducida por Gabriela Díaz, ahonda en el contraste entre el viejo y el nuevo mundo, dándole la vuelta irónicamente al tópico del momento, que mostraba a ávidas yanquis a la caza de un buen partido aristocrático británico. Aquí, ni Lord Lambeth ni la joven bostoniana Bessie Alden cumplen con las expectativas de la «parte contraria». Pero más allá de las vicisitudes y sorpresas de la trama y su inesperado final, tenemos un certero análisis simétrico que contrapone la conservadora y clasista sociedad británica a la nueva y pujante sociedad norteamericana. Refiriéndose a los ingleses molestos con el texto, el propio James escribía a su amiga Grace Norton: «Mientras se les sirvan americanos para su deleite, todo va bien, pero no se puede tocar a sus sacrosantos compatriotas... Para ellos lo normal es que la sátira se ejerza exclusivamente de su lado y a expensas de los norteamericanos».