Este libro es al mismo tiempo una enciclopedia de la historia del espíritu y una defensa apasionada: Gernot y Hartmut Böhme abogan por una reconsideración de la naturaleza como base de los sentimientos, mostrando su "huella imborrable hasta en los conceptos más espirituales". El hecho de que hoy utilicemos el concepto de elemento para referirnos de manera abstracta a distintos tipos de átomos es, según los autores, un indicio de hasta qué extremo hemos perdido de vista el conjunto. La escalada en la destrucción de la naturaleza se produce justamente en los dominios de los cuatro elementos, y con el olvido de los elementos se han perdido además las emociones simbolizadas en el lenguaje. Además de ser elementos arquetípicos, el fuego, el agua, la tierra y el aire son representaciones humanas para comprender las fuerzas fundamentales de la naturaleza y para poder construir un discurso sobre ella. Las formas filosóficas y culturales en las que la humanidad ha ido definiendo los cuatro elementos a lo largo de la historia cultural, es decir, lo que son, el que sean precisamente cuatro, cómo se comportan entre ellos y en qué sentido son ""elementales"", les ha conferido una dimensión histórica. Por esto ocupan un lugar especial en una historia cultural de la naturaleza, mostrando al mismo tiempo el impacto de ésta en los conceptos creados por el espíritu.