El libro concibe la exposición como el medio de comunicación propio de los museos, a través del cual se pueden divulgar los conocimientos científicos y la valoración histórica, estética o cultural que se haya realizado previamente de los objetos que se exponen. La interpretación del significado de los objetos lleva consigo necesariamente su codificación científica y, consecuentemente, el acceso restringido a los significados. Por ello, divulgar los conocimientos científicos requiere una labor de traducción o, mejor dicho de mediación, que pueda realizar la exposición misma al ofrecer la información necesaria para la comprensión y valoración de lo que se expone. Esto explica no sólo que haya intención de comunicar por parte de los productores de la exposición, sino también que utilicen una serie de estrategias comunicativas tendentes a favorecer la comunicación: concreción de finalidades de la exposición y selección de su contenido, haciendo compatibles los intereses institucionales y los de los visitantes; definición del visitante-objetivo, determinación del tema y estructuración conceptual junto con la selección de objetos significativos en relación con dicho tema y su organización y ordenación en el espacio expositivo. La dificultad para entender el «lenguaje de los objetos» por parte de los visitantes no expertos hace necesario ofrecerles las claves para acceder a estos significados por medio de una información que use lenguajes conocidos por él, ya sea textual, paratextual, icónico, informativo, de animación, etc.