En 1961, año del cuarto centenario del establecimiento en Madrid de la capital de España, empezó a funcionar uno de los medios de locomoción con más personalidad de nuestra urbe. No era exactamente una línea de metro, tampoco un tren de cercanías como los que salían por aquel entonces de la estación de Príncipe Pío con destino a la sierra. Pero heredó características de ambos, y durante largos años, aparte de dar nombre a una banda de folk-rock y de convertir unos eriales vacíos en el gran barrio de Aluche, acercó a los paseantes a la Casa de Campo, parque por el que discurría gran parte de su recorrido. A pesar de las muchas reformas y mutaciones, el suburbano conserva gran parte de su fisonomía original, y sus instalaciones, aunque repartidas entre las actuales líneas 5 y 10 del Metropolitano, siguen siendo imprescindibles para el quehacer diario, ya sea trabajo, ya del ocio.