Desde hace más de dos siglos venimos escuchando, una y otra vez, de manera insistente y persistente, en diversos contextos y situaciones, que el arte ha muerto; que la experiencia artística, como tal, ha sido superada o cancelada definitivamente de la Historia; que aquello que se inició en sentido estricto con la llegada de l Renacimiento, ha dejado de ocupar un lugar significante en nuestros horizontes culturales. En el campo de la teoría y el pensamiento artístico, por su parte, han sido también innumerables quienes han reflexionado o han dejado clara su propia constatación mortuoria ––de Hegel a Danto. Y, sin embargo, el arte resiste y persiste, una y otra vez. Ante cada nueva certificación de defunción que alguien firma o proclama, el arte reestructura sus propios parámetros y sus múltiples potencialidades para generar un horizonte de sentido —interno y externo— lo suficientemente fuerte como para seguir siendo operativo. Una fortaleza que toma forma a través de las propuestas de Rita Ackermann, Louise Bourgeois, Martin Creed, Subodh Gupta, Thomas Houseago, Paul McCarthy, Dieter Roth, Mira Schendel, Christoph Schlingensief, Roman Signer, Diana Thater y Mark Wallinger. ART STRIKES BACK!